Recesión, tarifas e importación, el cóctel abrasivo que desafía la supervivencia de las pymes
Omar Canteros le da la espalda por un instante a su mesa de trabajo. Pero, a la hora de contar la compleja situación de la pyme de San Martín en la que trabaja desde hace cuatro años y medio, elige hacerlo sin soltar ni un segundo una pieza que lo tiene ocupado. Relata con pesar el mal momento que están pasando él y sus compañeros por la situación económica. Habla y, a la vez, sostiene con firmeza esa pieza que será parte de un artefacto lumínico. La imagen parece una metáfora del sentimiento de Canteros y de sus compañeros, que se aferran a sus puestos laborales, que perciben en riesgo.
Dentro de Trivialtech, una pyme enclavada en Villa Maipú, en el partido de San Martín, dedicada a la producción de luminarias con tecnología led, se respira incertidumbre. La crisis económica obligó a la firma a recurrir a los despidos en los últimos meses. A partir de agosto, Trivialtech dejó afuera a 7 de los 24 empleados que tenía, casi un 30% del personal. Y los 17 trabajadores que siguen siendo parte de la empresa están a la espera de que ingrese trabajo para evitar seguir el camino de sus compañeros.
«Lo veíamos venir, pero uno no sabe si le va a tocar o no. Es feo saber que tu compañero se quedó sin trabajo, porque conocés su vida, que tiene una familia y que conseguir trabajo es complicado», afirma Canteros.
Se lo nota afectado por el futuro de la pyme. Se entiende, tiene 33 años y genera el principal ingreso familiar. Todos los días viaja desde Banfield hasta Villa Maipú para trabajar. «Soy el que banca la familia y un alquiler. Es difícil, porque no te alcanzan el sueldo y los viáticos. Las tarifas son muy altas . Anímicamente, te tira abajo», señala.
Luminarias importadas y baratas que retraen la demanda local, más cobranzas atrasadas desde el año pasado, componen parte del escenario crítico de la empresa. Es solo una muestra de lo que vive la mayoría de las pymes de San Martín, el distrito de perfil más industrial que tiene el conurbano bonaerense. Las dificultades que atraviesan se replican en cientos de establecimientos industriales.
«No entra trabajo y venimos así desde hace tiempo. Hay momentos en que estamos parados, como ahora, que no tenemos nada para hacer», grafica Illana Martínez, del área de Control de Calidad. «Nos cuesta llegar a fin de mes», asevera la joven, que tiene 28 años, dos hijas, vive en Moreno y es el principal sostén familiar. Hace anotaciones mientras revisa un componente y cuenta su sensación ante los despidos: «Es muy triste también para los que quedamos. No sabemos si nos va a tocar, no sabemos si llegamos a enero».
El presidente de la empresa, José Tamborenea, recorre las instalaciones y explica cada parte del proceso de fabricación. Va desde la administración al comedor y, de allí, a un laboratorio, pasando por una cabina de pintura y otro salón donde arman y testean las luminarias. «La situación es bastante crítica, cuesta mucho cobrar del Estado. La demanda ha caído, hay mucho producto importado que no cumple las normas [de calidad que se exigen a los productos argentinos]. Hemos despedido a siete personas. Las tasas son muy altas, es difícil financiarse. Tenemos licitaciones ganadas el año pasado, con el dólar a $17, que todavía no se cobraron y eso va a ocasionar pérdidas significativas», subraya a la nacion.
Una de esas licitaciones impagas es con el municipio de San Salvador de Jujuy. La empresa trabajó con otros municipios, como La Plata o Tres de Febrero, además de firmas como Coca-Cola, Quilmes, Andreani, o Unilever. «Hoy esas empresas, con la suba de la energía, con los problemas que tienen no están comprando como antes porque se cayó la industria», asevera.
La mitad de la estructura de la planta, ubicada en un predio de la calle General Savio que perteneció a Fabricaciones Militares y en el que confluyen distintas empresas, está sin uso. Son 2500 metros cuadrados que parecen desaprovechados. Se ve un ritmo de actividad bajo, con un laboratorio parado desde hace tres años. «El laboratorio es para trabajar en fotometría, en eficiencia energética. Tenés que hacer curvas luminosas para cada modelo», cuenta Tamborenea, quien profundiza: «En alumbrado público, tenemos cinco modelos y seis lentes, es decir, 30 curvas. Esas 30 las podés trabajar con tres tulipas distintas, por lo que ya te fuiste a 90 curvas luminosas. Cada ensayo vale tres lucas, todo eso es un montón». Un costo alto para la empresa en el contexto actual.
Trivialtech está en un distrito que, según datos municipales, tiene 3859 empresas industriales, de las cuales el 95% es pyme. El intendente Gabriel Katopodis declaró la «emergencia pyme» en 2017 y la mantiene vigente. Los gobiernos nacional y bonaerense lanzaron medidas para el sector.
Leonardo Sotelo, encargado de planta de la empresa, lamenta los despidos. «Tenía doce personas a cargo; ahora tengo ocho. La opción era salvar a las doce por tres meses, o a ocho por un año. No es una buena decisión, es la menos mala», resume. Tiene 50 años, vive en Pablo Podestá y es sostén de familia. Trabaja desde los 15 años.
El parate se muestra no solo en el área de fabricación, sino también en administración. «Estamos con muy poco trabajo. Buscamos generar oportunidades de negocio, pero no tenemos buen feedback. Muchas empresas no gastan, se nos complica», dice Luis Abbatangelo, ejecutivo de cuentas.
Analía Báez es la contadora de la pyme. «Está muy difícil. Todo lo que conseguíamos de bancos, préstamos o beneficios para la pyme, lo tuvimos que ir a buscar por otro lado», describe. «Vivimos al día, muy austeros. Mi marido también trabaja en una fábrica y le pagan tarde. Es una mochila pesada, tratás de llegar a todos los vencimientos para no pagar de más», cuenta sobre su situación personal. «El Banco [Santander] Río nos quitó el descubierto. Desde octubre o septiembre de 2017 hasta mayo de este año, tuvimos cien cheques rechazados. Los levantamos todos con plata de los socios», recuerda Tamborenea al señalar los problemas de financiación de la empresa que se instaló originalmente en Beccar, luego se mudó a Parque Patricios y, finalmente, terminó en Villa Maipú. Con la última mudanza, según confía a la nacion, pensaba llegar a los 100 empleados y producir 100.000 luminarias anuales. Hoy, tiene 17 empleados y fabrica 10.000 luminarias por año.
Números en rojo
El salario promedio de los operarios de Trivialtech oscila entre los $22.000 y $26.000 pesos. Las dificultades económicas llevaron a la empresa a abonarlos con retraso, entre los días 15 y 20, y a pagar aguinaldos en tres veces, indica a la Nación Tamborenea.
La facturación de la empresa, que comenzó sus actividades en 2012, viene en picada este año. Tamborenea afirma que, con octubre incluido, está «en $39 millones». No podrá acercarse a los 64 millones facturados el año pasado, cuando mejoró el desempeño de 2016, año en el que solo recaudó 32 millones. Tampoco empardará el año 2015, con $52 millones en las arcas. Si mantuviera el ritmo actual, de unos 4 millones mensuales, podría cerrar 2018 con alrededor de $48 millones recaudados. «El año 2016 fue malo y 2018 también va a ser malo, y agravado por el hecho de que no nos han pagado», sostiene el empresario. Entre 2012 y 2015 fue «una situación mejor», añade ante la nacion, pero prefiere no hacer lecturas políticas. Si bien recién estaba arrancando, en 2013 facturó $13,3 millones y al año siguiente, $10,8 millones.
Tamborenea achicó gastos. Desactivó servicios de diseño, de limpieza, y de soportes de sistemas, entre otros. «Se hicieron inversiones duras [entre ellas, la compra de un robot en el que gastaron $8 millones, pero que aún no llegó al país] que hay que recuperar y eso tiene un costo alto. Desde el Estado nacional se nos contestó bajando los aranceles de importación para las luminarias, cuando competimos en un mercado que tiene incentivos a las exportaciones. En China, las luminarias reciben entre el 17 y el 25% de recupero por exportar; acá, bajan los aranceles para importar y nos ponen retenciones a la exportación. Es un combo para no fabricar», subraya. Resalta que producir en la Argentina es 20% más caro que en Brasil.
Uno de los cinco socios de la firma vendió su parte. El desánimo es palpable en la empresa, aunque Tamborenea guarda esperanzas y asegura que pagará el bono de $5000 establecido por el Gobierno.
Empresas en problemas
El observatorio Socioeconómico de la Secretaría de Producción y Desarrollo Económico de San Martín hace encuestas trimestrales a las pymes locales. Los últimos datos disponibles son del segundo trimestre de este año. En comparación con el segundo trimestre de 2017, el 64% de las empresas sostiene que las ventas al mercado interno descendieron; un 51% afirma que su rentabilidad cayo mucho, y un 27% señala que despidió empleados. Las cantidades vendidas bajaron, en promedio, 15,2%.
En la industria electrónica de San Martín también se mueve Carlos Pera, de la empresa SMT Solutions. En 2017 despidió a cuatro personas y su planta pasó de 11 a 7 empleados. «La reducción [de personal] fue porque uno de nuestros clientes, del rubro GNC y al que le hacíamos entre 4000 y 5000 manómetros por mes, de un día para el otro nos dijo que los iba a empezar a comprar en China. No tuvimos más trabajo para la gente que estaba vinculada a esa producción. Hubo una rebaja del manómetro, con el arancel cero, y a esta gente no le interesó más fabricarlo acá. El otro tema fue un cliente al que el año pasado le bajó mucho la exportación a Brasil y redujo al 50% lo que nosotros le hacíamos», explica Pera a la nacion. «Tenemos dos máquinas robots y no están al 100%, hoy tenemos una ocupación del 70%. Se nos cayó la producción entre 30 y 40%», advierte.
Su empresa tiene 17 años y está en Villa Maipú, como Trivialtech. «Lo que más afecta es la entrada de productos chinos, a veces sin pagar arancel, o en condiciones técnicas que no son las que nos exigen a nosotros. Los chinos muchas veces no cumplen esas regulaciones, no les importan y tampoco se las exigen mucho», diagnostica.
Jorge Benedetti es metalúrgico, su fábrica tiene casi 70 años y está en el centro de San Martín. Emplea a 40 personas en forma directa y a 30 de modo indirecto. «Tenemos un cóctel explosivo: tarifas que han aumentado un 2000%, tasas que se han quintuplicado, insumos dolarizados y muchos productos importados que compiten con lo que nosotros fabricamos, mientras la ley del Compre Argentino no la controla nadie», explica, en diálogo con la nacion. Para él, las tarifas «son un tema muy importante», y puntualiza: «El peso del costo de la energía era del 5%; hoy es del 20%, nos sacó de mercado».
Benedetti fabrica sujeciones para vías férreas, tirafondos, bulones, morsetería para las telefónicas, entre otros productos. Dice que la producción «bajó un 50%», y remarca que el «costo financiero» es un problema: «Teníamos tasas del 18% en el Banco Provincia; hoy son del 70%». Si bien no despidió personal, subraya que restringió «al máximo las horas extras». Y afirma: «Este gobierno no tiene una política que favorezca la producción industrial en la Argentina». Para todos ellos, la empresa mayor hoy es poder mantener activas las pymes.
FUENTE: La Nación