Financiamiento y costos: cómo operan las pymes en tiempos de ajuste
El contexto económico pone en jaque el espíritu emprendedor de los dueños de pequeñas y medianas empresas. Dificultades en torno a la cadena de pagos, el acceso al financiamiento y el aumento de los costos fijos son moneda corriente. De qué modo dan batalla.
Desde la fuerte devaluación del peso en agosto y la consecuente suba de las tasas de interés al 60% la macroeconomía del país es un tema complejo, que también tiene consecuencias directas en la micro, particularmente, para las pymes, quienes están afrontando hace varios meses una serie de dificultades en torno a la cadena de pagos, el acceso al financiamiento, el aumento de costos fijos, entre otros.
Cadena de pagos
Uno de los grandes problemas que tienen las pymes es un retraso en la cadena de pagos. «En estas circunstancias, la cadena de pagos se estira. Lo que sucede habitualmente es que te dejan de pagar o te atrasan el pago. Todo eso genera conflictos», explica Alfredo Blousson, director de Eseade.
Con él coincide Alejandro Reca, director Financiero de San Ignacio, quien cuenta que uno de los principales problemas que tiene la firma es el alargamiento en los plazos de pago. «No podemos cobrar, varias cadenas de supermercados nos aumentaron en 18 días los términos de pago. Pasamos de cobrar a 60 días, a 80 o 90, sin ningún reconocimiento».
De todos modos, para algunos negocios como el de Helados Daniel este no es un tema ya que se vende y se cobra al contado. «La única vía de financiación son las tarjetas. No vendemos a distribuidores. Nuestra cadena está formada por las heladerías que cobran al contado o con tarjeta», explica Daniel Paradiso, dueño de la cadena de heladerías.
Sin caja chica
Un segundo obstáculo para las pymes es que la apreciación del dólar las deja sin caja chica. «Una pequeña empresa textil que tiene una parte importante de su negocio con insumos en dólares, con la suba, para comprar la misma unidad ahora necesita el doble de capital», ejemplifica Blousson.
Clara Forno, directora de Rapsodia, explica que, después de la devaluación que sufrió el peso este año, los costos de producción aumentaron un 60%. «La mercadería para la colección de este verano la habíamos presupuestado con un dólar a $ 18 y ahora la estamos terminando de pagar con un dólar más alto», explica Forno. Rapsodia asumió ese aumento por medio de ahorros y financiamiento. Se decidió no trasladarlo a precios para no perder volumen de ventas.
Helados Daniel enfrenta la misma situación. Aumentaron sus costos fijos pero no los pueden trasladar al precio que ellos quisieran porque el mercado no lo convalida. «Se empieza a perder cierta rentabilidad», explica Paradiso.
De modo que una de las pocas salidas que tienen las pymes, según Blousson, y que tampoco es fácil en un contexto de recesión, es malvender sus inventarios para poder recuperar liquidez. «El empresario no puede vender el suéter al precio que le gustaría venderlo, entonces baja el precio. Lo único que quiere es recuperar el dinero suficiente que le permita producir otro», dice el director de Eseade.
Estrategias
El contexto en el que se encuentran hoy las pymes tiene características recesivas en donde los costos aumentaron y el consumo se redujo. En el caso de Helados Daniel, si bien la materia prima que utiliza es de origen nacional, su costo se va acomodando a las fluctuaciones del dólar. Los precios de su principal materia prima, los productos lácteos (leche en polvo, cremas de leche, huevo y dulce de leche), aumentaron en las últimas semanas. «El mes pasado se hizo una compra por $ 85 el kilo de leche en polvo y hoy estamos pagando $ 100 por kilo», cuenta Paradiso.
Por otra parte, los aumentos de luz, de impuestos y de cargas laborales que representan un 30% de los ingresos, afectan gravemente a las 35 franquicias que integran la empresa.
Frente a esta situación, la compañía, que también es dueña de la fábrica Dantien, decidió aumentar la producción y abrir más puntos de venta. Recientemente, abrió una nueva franquicia en Caballito, otra en Almagro y una tercera en Belgrano R. Por lo general, se trata de viejos franquiciados que deciden abrir más franquicias para minimizar sus costos fijos.
Por otro lado, este sector cuenta con la particularidad de que en épocas de crisis, tomarse un helado pasa a ser la segunda opción de consumo. «La gente tal vez no se va de viaje por el fin de semana o no se compra el auto ni tampoco sale a comer, pero si se da el gusto de tomarse un helado», cuenta Paradiso. Además incide el factor clima. Septiembre y Octubre fueron meses de muy buen clima por lo que aumentó considerablemente el consumo. Estas son dos razones por las cuales la empresa sigue vendiendo bien, aunque no logra revertir la baja en la rentabilidad por el aumento de costos y la imposibilidad de aumentar los precios.
San Ignacio optó por reemplazar ventas en el mercado doméstico por ventas al mercado externo. Exporta dulce de leche y queso azul a todos los continentes. Si bien la empresa exporta desde 1977, en los últimos años los envíos al exterior del país crecieron exponencialmente, afirman desde la compañía. Hace cinco años representaban el 2% de las ventas y hoy ocupan el 17%.
Sin embargo, Reca agrega que «la exportación no reacciona inmediatamente a la devaluación. Hay que salir a buscar clientes y defender el precio ya que muchos compradores pretenden que se les venda más barato luego de la devaluación del peso».
Por otra parte, es común en épocas de recesión que las personas cambien sus hábitos de consumo y reemplacen las primeras marcas por las segundas. San Ignacio también observó este desplazamiento al tener mayor demanda para la elaboración de las segundas marcas de los supermercados.
De todos modos la recesión no los deja de afectar. «Estamos mitigándola con exportaciones y estando encima de los plazos de cobro que se han alargado. La recesión nos afectó pero no nos afectó más porque fuimos muy proactivos», explica Reca.
Financiamiento
Con tasas tan altas, el acceso al financiamiento también es un tema complejo para las pymes. Algunas de las consultadas ya venían desarrollando un plan de inversión antes de que se disparara el dólar y ahora buscan reestructurar su deuda.
«Este año la locura es que teníamos un programa de inversión que ya lo habíamos lanzado y lo seguimos llevando adelante. Este año llevamos invertidos más de medio millón de dólares en equipamiento, más de lo que hemos invertido en total en los últimos cinco años. Eran inversiones que hacían falta y ahora estamos tratando de optimizar el repago», cuenta Reca.
En el caso de Helados Daniel, la empresa invirtió en una palitera y envasadora para hacer palitos helados gourmet por u$s 58.987 y en un túnel de frío que costó u$s 42.242.
Al momento de la compra, en diciembre de 2017, el costo de la palitera en pesos era de $1.057.854 pero al valor del dólar actual equivale a una suma de $ 2.182.503. Si bien solo un 20% de la inversión se realizó después de la devaluación, hoy el tiempo de recupero de la misma se duplicó.
«Si pensábamos recuperar en seis años, hoy tenemos que pensar en entre 9 y 12. A partir de la devaluación, nos emprobrecimos más ya que el valor de la empresa es directamente proporcional a su rentabilidad, la cual medida en dólares se redujo a la mitad», concluye el empresario.
FUENTE: Cronista