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Maquinaria: hay más expectativas que ventas

Falta que las entidades bancarias dinamicen las concesiones de créditos. La “ley Perotti” abre una nueva esperanza para el sector.

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No hace falta explicar demasiado. Los números son más que elocuentes, y si bien es cierto que en diciembre pasado había grandes expectativas (parte de las cuales aún están), a poco de comenzar a transitar el año, la realidad fue mostrando otra cosa. Tanto así que la diferencia entre las operaciones realizadas con maquinaria agrícola e implementos durante el primer trimestre pasado, y lo ocurrido en igual período de 2015, cuando el fin de ciclo (político) ya deprimía cualquier posibilidad, es de apenas algo más de 6%, unos 190 equipos, ya que mientras desde este enero a marzo se vendieron 3.004 unidades, en igual lapso de 2015 se habían colocado 2.811.

La cifra parece y es- muy exigua considerando la magnitud de las expectativas que había.

Claro, la disminución a cero de la mayoría de las retenciones, la eliminación de prácticamente todas las restricciones cuantitativas (cupos, cuotas, permisos, Roe, etc.), y la promesa de más hacían vislumbrar, al comenzar el año, una «explosión» agropecuaria que no se está dando todavía.

Las razones son variadas, y reconocen distintos orígenes.

Por un lado, las medidas (que ya se habían conocido durante la campaña, por lo que no sorprendieron), llegaron en un momento en que no todos los eslabones de la cadena las podían aprovechar.

Tampoco se puede desconocer el endeudamiento de arrastre que traían muchos productores desde, al menos, dos campañas atrás, como también era obvio que la falta de utilización de insumos y el efecto de los excesos hídricos que afectaron desde la primavera pasada a vastas regiones agrícolas, iban a tener un impacto negativo que muchos, incluido el Gobierno, recién comienzan a reconocer.

Tal fue el desorden que la cosecha 15/16 aún no puede terminar y tampoco se sabe, finalmente, cuál va a ser el volumen «real» a cosechar.

Pero también se fueron sumando otros factores que erosionaron la voluntad de compra o, al menos, la postergaron. Por caso, la suba de más de 30% en el precio de los combustibles, sumado a la caída relativa de los precios internacionales de los granos, provocó una caída en la rentabilidad agrícola respecto de los alentadores resultados de diciembre, no bien se produjo el sinceramiento en el tipo de cambio, y la mejora adicional sin retenciones.

Pero si hubo algo que golpeó con fuerza al alicaído mercado de maquinarias fue, por un lado, la falta de liquidez apenas compensada por los anuncios de nuevos créditos (especialmente de parte de la banca oficial), que luego se fueron frenando por distintas razones entre las que la «burocracia» aparece en los primeros lugares. Dicho de otra forma: entre la decisión del Directorio, y lo que luego viene ocurriendo a nivel de gerencias regionales, hay un trecho demasiado largo, y muchas carpetas parece que van quedando por el camino, al menos esa es la queja de productores y contratistas.

En esta línea tampoco se puede obviar que los niveles de las tasas de interés para los plazos fijos y los rendimientos de las Lebac hicieron mucho más atractivas a estas inversiones, que a la compra de maquinaria.

Pero, sin duda, el golpe de gracia fueron las extraordinarias lluvias de abril que terminaron de frenar muchas operaciones, ya que no sólo no se podía recolectar lo sembrado (y, si se podía, no había forma de sacarlo por el mal estado de los caminos), sino que tampoco se puede avanzar con la siembra del ciclo 16/17 ya que no hay «piso» para entrar a los potreros.

En medio siguieron subiendo los costos, para productores y fabricantes de maquinarias que también se quejan por la cantidad de trámites y frenos que siguen subsistiendo para importar (tal vez porque no quieren que se «gasten» dólares??), además de los extraordinarios aumentos en las ART, la suba de los costos laborales que impiden aumentar la dotación de personal; el incremento de las tarifas y de un rubro no menor: el acero que «cuesta el doble que en el resto del mundo», reconoció un industrial.

Con estos factores, que no son los únicos, se puede más que justificar de todos modos el «freno» que registraron las expectativas iniciales en las que parecía que el mercado iba a recuperar, al menos, parte de lo que vino perdiendo en los últimos años (ver gráfico) y que, excepto en tractores, que es el más estable en cantidad de unidades colocadas, tiene a los restantes rubros cerca de sus pisos de las últimas 2-3 décadas.

Esto es inocultable a partir de la capacidad ociosa que muestran la mayoría de las fábricas, que rondan apenas 25%-30% de sus posibilidades.

Hay, sin embargo, algunas posibilidades de reactivación relativa, de la mano de ciertas herramientas.

Es que partiendo de la base del envejecimiento generalizado del parque de maquinaria, y del impulso que se le quiere dar a la producción, se descuenta que se necesita colocar en forma inmediata un número importante de unidades nuevas, y tecnológicamente preparadas para las mayores exigencias de una agricultura de alta productividad, como pretende el Gobierno.

Queda, entonces, la posibilidad de que las entidades bancarias «dinamicen» efectivamente sus anuncios de créditos, que los precios internacionales de los granos se mantengan (o sea, que dejen de caer), y que el clima permita retomar las labores en todas las zonas aptas. Una ayuda adicional puede provenir de la rápida sanción de la «ley Perotti», de respaldo al sector que congrega a unos 850 fabricantes, la mayoría de los cuales son pymes de capital nacional. El régimen de promoción para la industria de maquinaria agrícola y agropartes», como se llama efectivamente la ley, propone otorgar beneficios fiscales a fabricantes de maquinaria agrícola y de agropartes asentados en el territorio nacional, con el objetivo de que éstas se desarrollen, expandan y accedan a nuevos mercados internacionales. El beneficio incluye un bono de crédito fiscal de 14% del valor total de la unidad, aplicable a distintas obligaciones, lo que, sin duda, va a significar un fuerte alivio para la mayoría de las empresas.

Fuente: Ámbito.com