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El comercio exterior no cambia de rumbo

El intercambio con el resto del mundo es superavitario en bienes primarios y deficitario en productos industriales.

El comercio exterior argentino, ahora y “desde siempre” es superavitario en bienes primarios y alimenticios y deficitario en manufacturas industriales, en especial en bienes de capital, autos y autopartes, y en servicios. Y en los últimos años, en energía.

El balance final es clave porque el comercio exterior es la fuente principal de aprovisionamiento de las divisas para enfrentar el pago de deuda y asegurar el abastecimiento de bienes y servicios que no se fabrican en el país.

En los últimos 35 años, la balanza de bienes fue deficitaria en la década de los 90, con excepción de 1995/96 por la crisis del Tequila. Con el derrumbe económico de 2001 y la caída de las importaciones, se tornó fuertemente positiva, más aún a partir de 2002, por la recuperación de los precios internacionales de las materias primas, con exportaciones récord por más de US$83.000 millones en 2011. Con la posterior baja de los precios internacionales, las exportaciones fueron descendiendo hasta US$56.700 millones en 2015 y registrar ese año un déficit de US$3.035 millones, luego de 15 años de superávits, en algunos años de más de US$16.000 millones. En 2016, con un achique de las importaciones, pasó a ser levemente positiva.

Pero si al comercio de bienes se agregan los servicios los números cambian porque entre 1992 y 2001 la llamada “cuenta corriente” fue negativa, pasó a ser positiva entre 2002 y 2009, para luego registrar déficits crecientes. En 2014 fueron -US$8.075, al año siguiente -US$16.806 millones y -US$15.024 millones en 2016.

El economista Fausto Spotorno precisó que “en 2016 el sector agroindustrial presentó un superávit de casi US$39.000 millones, mientras que la industria presentó un déficit comercial de US$34.000 millones. Este esquema se ha mantenido relativamente estable por mucho tiempo, y no ha variado significativamente”.

Spotorno agrega “el gran cambio, se experimentó en la balanza energética, sector que en 2016 presentó un déficit de US$2.900 millones, cuando solía presentar un superávit bastante abultado en el pasado”.

Pero además del intercambio de bienes está la cuenta de servicios que entre viajes, turismo, regalías, asesoramiento, pago de intereses y giros de utilidades en 2016 tuvo un déficit de US$19.548 millones.

Spotorno dice que “en gran medida, el déficit de la balanza de servicios se genera por una apreciación del tipo de cambio real. Sin embargo, no todo se puede explicar por eso porque en gran medida se debe a un cambio tecnológico en los sectores de servicios y en el turismo. Hoy se pueden contratar servicios de streaming de video por internet en el exterior, de música, almacenamiento en la nube, etcétera. Además, el turismo se ha desarrollado tecnológicamente de forma explosiva”.

Guido Lorenzo, de la consultora ACM, señala que “según los datos de la OMC, se produjo la primera caída del comercio a nivel global en períodos donde la economía mundial no se encuentra en una fase recesiva. La desaceleración de la economía china y el surgimiento de un mundo con gobiernos cada vez más escépticos de las ventajas del libre comercio ponen en duda una rápida recuperación”. Y explica que “en nuestro país, este fenómeno internacional se ve reflejado en la caída de los precios de exportación. En los últimos 5 años los precios de los bienes exportados cayeron un 20,6%, principalmente por la caída de los precios de productos primarios que alcanzó una baja del 31,5%. En el último año se logra ver un proceso de reprimarización de las exportaciones de bienes, que alcanzaron una participación del 27% de las exportaciones de bienes, la más alta de los últimos 20 años. Las quitas de retenciones y el sinceramiento del tipo de cambio impulsaron las cantidades exportadas de este tipo de productos a niveles de un 15% más alto que en pleno auge del precio de los commodities a nivel global en 2007”. Lorenzo agrega que también se produjo “una caída de las exportaciones de las manufacturas de origen industrial (MOA), las cuales, medidas en cantidades, se encuentran en niveles mínimos respecto a los últimos 10 años. La fuerte caída de las exportaciones industriales argentinas coincide con el freno de la economía brasileña en 2014, y su posterior caída de 3,8% en 2015 y 3,6% en 2016. El 6,6% de las importaciones brasileñas las realiza a nuestro país, de los cuales más del 60% se corresponde con importaciones brasileñas de bienes industriales argentinos”.

En tanto, Soledad Pérez Duhalde, de la consultora Abeceb, manda un “alerta” porque dice que “en una economía que se espera que crezca a ritmo moderado en los próximos años y que aumente sus niveles de integración comercial, aunque en un mundo menos favorable que en la precrisis financiera de 2008-2009, la expectativa es que las exportaciones crezcan a buen ritmo pero que las importaciones lo hagan a una velocidad aún superior, por lo que la tendencia es hacia un deterioro del saldo comercial en los próximos años”. Y también “la perspectiva de un mayor crecimiento relativo de Argentina en relación con Brasil (en un contexto de adecuación al flex en autos), tenderá a aumentar el saldo deficitario de la balanza comercial automotriz, y por ende el déficit comercial industrial”.

 

FUENTE: Clarin